martes, 24 de junio de 2014

Pampa en psicodelia.

Quería conseguir droga, nos escapamos con una compañera un sábado por la noche y nos reunimos con una tribu de enfermos mentales. El espacio estaba adornado completamente en medio del desierto, había de todo… no faltaba nada, aunque unos calzoncillos largos le hubiese venido bastante bien, el frio de la pampa penetra en los huesos, y su vacía soledad retumba en el corazón, como un fantasma que busca compañía metiendo ruido en las ruinas de una salitrera. Era un sector secreto, solo los que conocían aquella tribu saben como llegar, uno de los mas sabios tenia los trip, esas cosas que te queman el celebro y que te llevan a lugares impensados de existir. El hombre tenia experiencia, se a tirado un sin fin de cosas al cuerpo, y el cuerpo se encarga de hacerlo notar, esta vez me digo que estaban buenos, que con un ¼ iba a quedar loco y precisamente eso era lo que quería conseguir. Le compre uno entero y sin dudar lo lance al vacío debajo de la lengua, al rato me dijeron que era mas efectivo si te las tiraba en los ojos, después me puse a pensar, si te las tirabas por el culo llegaría mas rápido, cuando termine la reflexión comprobé que estaban buenos. Me fui al auto de mi compañera, estaba rica ella, y mas rica la encontraba cuando la muy perra se ponía a hablar de sexo, de las historias que tenia con su ex y de lo que le gustaba de los hombres, aquella noche yo la quería hacer con ella, pero me conto que le gustaba un saco hueas que se encontraba en la fiesta, en ese momento supe que había cagado mis planes. Mire desde el auto hacia donde estaba los enfermos bailando, sentí como comenzaba a flotar, lentamente nos estábamos alejando del secreto, de la fiesta, de la tierra, como el auto se convertía en una nave que se iba lejos, observe por la ventana y sentía como las estrellas tocaban la punta de la nariz, babeada con esa sensación, la euforia recorría mi sangre, quería correr, quería bailar, quería ser el rey del mundo, y hacer todo a la vez. Cuando recordé que era narigón, pero nunca tanto para que tocará el cielo, despabile y me di cuenta que estaba hablando puras estupidez arriba del automóvil, mire hacia el conductor y la maraca estaba afuera métele agarrones con un tipo alto y corpulento. Salir del encierro de aquella nave espacial, fui a bailar con los enfermos de la tribu, termine ahogado en drogas y perdido en medio de una pampa psicodélica, la maldita se fue de la fiesta a tirar con el tipo, quede tirado mirando como las estrellas adornan el paisaje.


Fotografía: Sebastián Rojas R. 


Fotografía: Sebastián Rojas R. 

Fotografía: Sebastián Rojas R. 

Fotografía: Sebastián Rojas R. 

Fotografía: Sebastián Rojas R. 

Fotografía: Sebastián Rojas R. 



Fotografía: Sebastián Rojas R. 



Fotografía: Sebastián Rojas R. 
Fotografía: Sebastián Rojas R. 

Fotografía: Sebastián Rojas R. 


Fotografía: Sebastián Rojas R. 



Fotografía: Sebastián Rojas R. 


Fotografía: Sebastián Rojas R. 



Fotografía: Sebastián Rojas R. 

Fotografía: Sebastián Rojas R. 

Fotografía: Sebastián Rojas R.