viernes, 16 de octubre de 2015

Al margen


El pasillo es extenso y las barreras suman; a veces hay que saltar como sapo en un charco sobre la tierra. De una lavadora tipo cilindro, surge un perro pequeño. En medio de una madeja de alambres gruesos hay otro perro. Cada tanto aparecen perros y gatos; esa es la norma. Ambas especies parecen convivir en paz. Más allá, hay un esqueleto de pelícano; pudo ser comida para los perros y gatos.  El mar está a varios metros de ahí, yendo hacia abajo.
Nos detenemos.
El problema del señor es dónde dejar tantos cachivaches y por eso su territorio se extiende sin ningún orden. El señor entonces fue depositando chatarra tras chatarra en un terreno ubicado varios kilómetros afuera de la ciudad, en pleno desierto. Imaginó, equivocándose, que nunca la ciudad iba a llegar hasta allá. Sin embargo la ciudad lo abordó un día cualquiera, un día cuando alguien lo miró con expresión de asco, cuya simple traducción era: qué hace este viejo cochino ahí, en medio de ese mugrerío; yo no quiero ser vecino de ese viejo sucio por dios, llamemos a la municipalidad, a los carabineros, al gobernador.... El señor de la basura había sido descubierto y debió emigrar, más arriba, y luego con el tiempo, más arriba, hasta llegar al borde los cerros. El señor le gustaba esa vida en medio de la basura, los perros, los jotes y los chanchos, incluso la piel se le había ennegrecido de sarro y esa delgada telita de mugre más que enfermarlo e infectarlo, lo protegía del frío y las moscas.
Cuesta por suciedad llegar a los márgenes donde viven estos señores, pero todo lo que cuesta, dice el dicho, genera satisfacción. No acostumbran a visitas comprensivas, que los escuchen, y por eso se explayan contando cada detalle de su vida ante el silencio cómplice de los perros.  Se sienten con la razón en todo, pues no tienen con nadie con quien discutir. No les interesa las fechas ni las celebraciones; lo único que los desasosiega es cuando muere alguno de sus compañeros, algún perro o un chancho, ahí sí que hay funeral.
Por Rodrigo Ramos B.

















jueves, 15 de octubre de 2015

Para la estrella gitana



 



Un abejorro peluda
( Traducción )

Un abejorro peluda - sobre el lúpulo aromático,
Una garza gris - en las cañas,
Pero la hija de una gitana - por su amada, a la noche
Por el parentesco de un alma se pregunta .

Así que adelante, después de que la estrella nómada de la gitana ,
A la puesta del sol, donde las velas tiemblan ,
Y los ojos miran con añoranza sin hogar
Para el cielo erubescente!

Y los dos de nosotros en el camino hacia el destino
No adivinando - al infierno o al cielo,
Así que debemos ir, sin temor del viaje
Ya sea a la orilla de la tierra, incluso por encima del borde .

Así que adelante, después de que la estrella nómada de la gitana,
Para la cita al amanecer, al este,
Cuando, en silencio y con ternura, las olas se vuelven de color rosa
Al amanecer se arrastra sobre la arena!

Así que adelante, después de que la estrella nómada de la gitana,
Antes de las latitudes del sur rugientes,
Cuando una feroz tormenta, como la escoba de un Dios,
Barre el polvo del océano!

Así que adelante, después de que la estrella nómada de la gitana,
A la puesta del sol, donde las velas tiemblan,
Y los ojos miran con añoranza sin hogar
Para el cielo erubescente!

martes, 13 de octubre de 2015

Flores / Raúl Zurita



Un rostro es un rostro en un desierto florecido



Las piedras gritan. Nadie, salvo las piedras son capaces de gritar así


Las flores que están donde antes estaba Los Andes nos dicen que nos aman

¿Te vaciaron las cuentas? ¿te los arrancaron?

Son los camposantos entonces de Chile


Las estremecidas estrellas de flores blanca

Porque lo que ni las montañas ni el pacifico ni las estrellas jamás dijeron nos lo dicen ahora

Desaparecieron entonces las cordilleras, desapareció el pacifico y ahora Chile entero son flores

 Las cercenadas flores gimen y nuestro rostro muertos florecen en el desierto


Las flores son un desierto en la brevedad de la noche
Poema extraido del Libro Inri / Raul Zurita.