sábado, 28 de junio de 2014

Colores rodantes - Cochabamba
































Lo que piensa un felino Vol.1º


Lo que pensaba desde un momento hasta aquí, era que la vida era distinta, que las cosas no fueran tan fría, que llevar a una mujer a la cama fuese hago difícil de realizar, como un rito que se aprende con el pasar de una y otra, del tiempo que enseña al cerebro a realizar la causa y el efecto como si fuéramos Smartphone. Estaba equivocado… eso que produce la maquina que late no es tan fuerte como pensaba, somos una maquinas dentro de una puta ciudad, que nos intercambiamos de una cama a otra. Corremos mas rápido que las pulgas que llevo bajo mi pelaje.
Fotografía: Sebastián Rojas R. 

martes, 24 de junio de 2014

Pampa en psicodelia.

Quería conseguir droga, nos escapamos con una compañera un sábado por la noche y nos reunimos con una tribu de enfermos mentales. El espacio estaba adornado completamente en medio del desierto, había de todo… no faltaba nada, aunque unos calzoncillos largos le hubiese venido bastante bien, el frio de la pampa penetra en los huesos, y su vacía soledad retumba en el corazón, como un fantasma que busca compañía metiendo ruido en las ruinas de una salitrera. Era un sector secreto, solo los que conocían aquella tribu saben como llegar, uno de los mas sabios tenia los trip, esas cosas que te queman el celebro y que te llevan a lugares impensados de existir. El hombre tenia experiencia, se a tirado un sin fin de cosas al cuerpo, y el cuerpo se encarga de hacerlo notar, esta vez me digo que estaban buenos, que con un ¼ iba a quedar loco y precisamente eso era lo que quería conseguir. Le compre uno entero y sin dudar lo lance al vacío debajo de la lengua, al rato me dijeron que era mas efectivo si te las tiraba en los ojos, después me puse a pensar, si te las tirabas por el culo llegaría mas rápido, cuando termine la reflexión comprobé que estaban buenos. Me fui al auto de mi compañera, estaba rica ella, y mas rica la encontraba cuando la muy perra se ponía a hablar de sexo, de las historias que tenia con su ex y de lo que le gustaba de los hombres, aquella noche yo la quería hacer con ella, pero me conto que le gustaba un saco hueas que se encontraba en la fiesta, en ese momento supe que había cagado mis planes. Mire desde el auto hacia donde estaba los enfermos bailando, sentí como comenzaba a flotar, lentamente nos estábamos alejando del secreto, de la fiesta, de la tierra, como el auto se convertía en una nave que se iba lejos, observe por la ventana y sentía como las estrellas tocaban la punta de la nariz, babeada con esa sensación, la euforia recorría mi sangre, quería correr, quería bailar, quería ser el rey del mundo, y hacer todo a la vez. Cuando recordé que era narigón, pero nunca tanto para que tocará el cielo, despabile y me di cuenta que estaba hablando puras estupidez arriba del automóvil, mire hacia el conductor y la maraca estaba afuera métele agarrones con un tipo alto y corpulento. Salir del encierro de aquella nave espacial, fui a bailar con los enfermos de la tribu, termine ahogado en drogas y perdido en medio de una pampa psicodélica, la maldita se fue de la fiesta a tirar con el tipo, quede tirado mirando como las estrellas adornan el paisaje.


Fotografía: Sebastián Rojas R. 


Fotografía: Sebastián Rojas R. 

Fotografía: Sebastián Rojas R. 

Fotografía: Sebastián Rojas R. 

Fotografía: Sebastián Rojas R. 

Fotografía: Sebastián Rojas R. 



Fotografía: Sebastián Rojas R. 



Fotografía: Sebastián Rojas R. 
Fotografía: Sebastián Rojas R. 

Fotografía: Sebastián Rojas R. 


Fotografía: Sebastián Rojas R. 



Fotografía: Sebastián Rojas R. 


Fotografía: Sebastián Rojas R. 



Fotografía: Sebastián Rojas R. 

Fotografía: Sebastián Rojas R. 

Fotografía: Sebastián Rojas R. 




domingo, 22 de junio de 2014

Hacia la frontera

El olor a pata no deja dormir, aunque me muevan como un bebé terco después de llorar, la desconcentración de mis sentidos es inevitable, esos pies debe tener un extracto de los hongos más selváticos que se pueden encontrar de todo Mato Grosso. Los animales enjaulados comenzaron aparecer, los ronquidos de esos cuerpos descompuestos por la calor se escuchan a lo lejos, buscan eco en los asientos de adelante, esa melodía es lo único que voy escuchado en todo el viaje al centro de Latinoamérica. Voy acompañado, mi compañero me recuerda a los puercos encerrados en los corrales de mi abuela Edelmira, esos cerdos eran inteligentes... Un bus entre la frontera de Brasil y Bolivia, me tiene encerado matando mosquitos frente a mi cabeza, por un camino de tierra sacado de una película de narcotraficante. El vehículo se mueve de lado a lado como un borracho a punto de caer, pero sigue su camino, mierda…Hemos caído en un hoyo. 

Dos hora y media baratos, hasta que un bus se paletio a sacarnos, 400 bolivianos le término cobrando por el favor. Esta a punto de amanecer, el conductor se quedo raja escuchar una chola fea de 35, quizás quería regalarle un cariñito a primera hora del día.

Creo que gran parte del bus esta caliente y esta chola representa a todos los ocupantes. Pocos ayudaron a salir del hoyo de donde callo el vehículo, pero se retoma el viaje. 
Junto a los primeros rastro de luz en el paisaje, comienzan expedir los primeros indicios de que alguien cago en el water y espero la noche para cometer su delito. Aún no puedo dormir más de una hora, el viaje de ida nos demoró 24horas, el de regreso esperamos que sean dos días. En estos momentos es cuando agradezco al último pollo con papas fritas, plátano y arroz que almorcé en san Ignacio. Nos acostumbrado a alimentarnos a las 8:30 de la noche para no comer en todo un día.